La palabra anestesia deriva del griego, y significa “sin sensación” o “sin sensibilidad”, por lo que esta es utilizada para prevenir el dolor durante una cirugía y otros procedimientos. Estos medicamentos pueden administrarse mediante inyección, inhalación, loción tópica, aerosol, gotas para los ojos o parche cutáneo.
Si bien previo al descubrimiento de este medicamento existieron otros métodos a partir de los cuales se buscaba reducir la sensibilidad, en este blog haré referencia a los hallazgos más cercanos al producto que se utiliza actualmente.
En el siglo XIII el médico español Ramón, llegó a la conclusión que la mezcla entre etanol y ácido sulfúrico daba como resultado un compuesto de olor dulce y altamente explosivo al que denominó aceite de vitriolo dulce. Luego de este suceso, en el siglo XVI, Paracelso dio a inhalar los vapores del aceite de vitriolo dulce a gallinas y observó que no sólo no sentían dolor, sino que al aumentar el tiempo de exposición éstas perdían la consciencia.
En 1730 el químico alemán Frobenius le otorgó el nombre Éter, que significa ‘sin peso’, al compuesto mencionado.
En 1842, el Dr. Cradwford W. Long utilizó éter para anestesiar al primer paciente al que se le extirpó un tumor del cuello. Sin embargo, el crédito fue dado a William Thomas Green Morton, quien el 16 de octubre de 1846, utiliza el Éter en una demostración en el Hospital General de Massachusetts para anestesiar al paciente Gilbert Abbot.
En 1904 se forma el primer Departamento de Anestesiología en el Colegio Médico de Nueva York, bajo la dirección del Dr. Thomas Buchanan, y para 1905 la Sociedad de Anestesistas de Long Island se convierte en la American Society of Anesthesiologist.
Actualmente, la anestesia es utilizada a diario al momento de realizar múltiples procedimientos.
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